Neuroinmunidad y dolor

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Neuroinmunidad y dolor

Normalmente cuando nos referimos a la inflamación del tejido, tendemos a pensar que es algo negativo. Sin embargo, la realidad es que nuestro organismo se encuentra en un estado constante de “inflamación”. A este “estado inflamatorio permanente” se le denomina inflamación sistémica. Este tipo de inflamación constituye una búsqueda continua del equilibrio entre influencias proinflamatorias y antiinflamatorias en nuestro cuerpo. No obstante, por otra parte, existe la inflamación local, aquella que ocurre frente a una lesión en el organismo (un golpe o una herida, por ejemplo). En esta segunda situación, la inflamación local aparece como respuesta local defensiva para ayudar a recuperar el tejido y es una evidencia de que nuestro sistema neuroinmune funciona correctamente.

En términos generales, la evidencia científica ha observado desde hace varias décadas que el sistema inmune tiene un papel fundamental en los mecanismos neurales relacionados con el aprendizaje, la memoria y la neuroplasticidad del sistema nervioso. En particular, se ha comprobado que puede favorecer o dificultar tanto la ejecución de tareas espaciales como la posterior memorización de las mismas, ayudando o afianzar el recuerdo a largo plazo, algo que en términos de neurociencia se relaciona con la potenciación a largo plazo. En términos sencillos, cuando se habla de potenciación a largo plazo nos estamos refiriendo a la capacidad que tienen las neuronas de nuestro sistema nervioso para retener información de diversa índole si mantienen ligeramente elevado su cantidad de energía eléctrica de manera prolongada en el tiempo. Además, se ha comprobado que algunas de las sustancias responsables de que se produzca inflamación (y por tanto, vinculadas al sistema neuroinmune), también pueden favorecer dicha potenciación a largo plazo en regiones del sistema nervioso encargadas de detectar, transmitir y procesar información nociceptiva. Algunas de estas sustancias, por otra parte, son capaces también de no sólo influir sobre la potenciación a largo plazo en nuestro sistema nervioso, sino también sobre las modificaciones funcionales y estructurales que ocurren durante estos procesos de aprendizaje a largo plazo.

La investigación científica también ha observado que no sólo el sistema inmune influye sobre el el funcionamiento del sistema nervioso, sino que dicha influencia es bidireccional, razón por la que nos referimos a ambos como sistema neuroinmune. En este sentido, la se ha comprobado cómo el sistema nervioso es capaz de producir un aumento de la fiebre (respuesta) tras ser estimulado a través de sustancias inflamatorias en el tejido (estímulo). Este esquema de funcionamiento de estímulo-respuesta que ocurre entre sistema inmune y sistema nervioso es lo que en neurociencia se conoce como reflejo, y que también ocurre cuando, por ejemplo, tocamos algo muy caliente (estímulo) que nos hace retirar la mano de forma prácticamente inmediata (respuesta). En particular, en términos de neuroinmunidad, nos referimos a este tipo de reflejos como reflejo inflamatorio.

En concreto, se ha comprobado experimentalmente que los primeros responsables de detectar la agresión al tejido son un tipo de proteínas (sustancias) que se encuentran presentes en la capa exterior que recubren algunos tipos de células de nuestro organismo. Estas proteínas son las responsables de detectar bacterias, virus o sustancias que aparecen al producirse una lesión del tejido (por ejemplo, reaccionan frente a la presencia de ácido láctico o ácido úrico) e inician todo un proceso químico que termina produciendo inflamación, entre otros efectos. Estas proteínas, conocidas como receptores TLR (del inglés Toll-like Receptors), constituyen la primera fase del reflejo inflamatorio. Una vez ocurre, influye y modula la actividad del sistema neuroinmune, que, a su vez, influye sobre las regiones de nuestro sistema nervioso responsables de procesar información nociceptiva y que, en última instancia, pueden favorecer que el sistema nervioso termine generando la experiencia subjetiva y real de percepción dolorosa, o dolor.

Existen distintos tipos de receptores TLR y algunos se encuentran en las células endoteliales, mientras que otros están sobre las células inmunes. En concreto, el receptor TLR4 tiene la particularidad de reaccionar de forma similar frente a estímulos que difieran bastante en intensidad. Esto podría explicar, al menos en parte, que puedan darse reacciones desmedidas o desproporcionadas de nuestro sistema neuroinmune frente a determinados estímulos aparentemente “no tan lesivos o amenazantes para nuestra salud”.

En definitiva, nuestro organismo se encuentra en un estado continuo de “inflamación sistémica” y no solo de forma local y puntual frente a una lesión (inflamación local), buscando siempre el equilibrio adecuado entre un estado proinflamatorio y un estado antiinflamatorio. Dicho equilibrio inmune será “normal” siempre y cuando la respuesta inmunitaria (generación de anticuerpos, reparación del tejido dañado, regulación correcta de la proporción en el tejido de sustancias proinflamatorias y antiinflamatorias, etc.) sea adecuada o proporcional frente a la situación de amenaza o de agresión del organismo. Además, este equilibrio “normal” del sistema inmune podrá repercutir de forma adaptativa o desadaptativa sobre el sistema nervioso, dada la influencia bidireccional que existe entre ambos sistemas. Por tanto, el actual estado del equilibrio inmune modulará la actividad de los circuitos neurales relacionados con la detección, transmisión y procesamiento de actividad nociceptiva que, en última instancia, pueda terminar desembocando en la generación de la experiencia subjetiva y real de percepción dolorosa, o dolor.

Eduardo Gamboa Rodríguez

Fisioterapeuta Unidad Trastornos Músculo Esqueléticos

Referencias

  • Moseley GL, Butler DS. Explain Pain Supercharged. South Australia: Noigroup Publications; 2017
  • Yirmiya R, Goshen I. Immune modulation of learning, memory, neural plasticity and neurogenesis. Brain Behav Immun. 2011 Feb;25(2):181-213.
  • Kaneko M, Stellwagen D, Malenka RC, Stryker MP. Tumor necrosis factor-alpha mediates one component of competitive, experience-dependent plasticity in developing visual cortex. Neuron. 2008 Jun 12;58(5):673-80.
  • Watkins LR, Goehler LE, Relton JK, Tartaglia N, Silbert L, Martin D, Maier SF. Blockade of interleukin-1 induced hyperthermia by subdiaphragmatic vagotomy: evidence for vagal mediation of immune-brain communication. Neurosci Lett. 1995 Jan 2;183(1-2):27-31

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