De la rehabilitación a la telerehabilitación. ¿funcionan los tratamientos a distancia?
Tradicionalmente (y en la actualidad) se ha utilizado la rehabilitación para disminuir el dolor, mejorar la funcionalidad, y mejorar en general ciertas patologías. Cada vez más, se acompaña el proceso patológico con rehabilitación, ya que se ha visto que mejora la calidad de vida del paciente y disminuye los problemas que genera la patología.
La rehabilitación acoge en su seno a distintos profesionales sanitarios, como pueden ser médicos, enfermeros, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, podólogos, logopedas, optometristas y un largo etc. Cada uno de estos profesionales tiene sus propias técnicas para abordar distintos problemas que el paciente pueda tener, independientemente de que sea un paciente de ámbito musculoesquelético, neurológico, de suelo pélvico, cardiópata…
Ahora bien, que la rehabilitación funcionaba es algo que ya se sabía, pero ¿se puede hacer a distancia?
El concepto de telerehabilitación, hace referencia a el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TICS) para realizar un servicio de rehabilitación de forma remota, ya sea en casa o en algún otro entorno (1). A pesar de que en España parece un concepto muy novedoso y poco práctico, al ahondar un poco en el tema encontramos que ya se empezó a estudiar en el año 1998 (hace 22 años)aunque esto pueda resultar sorprendente (2).
Aun así, es importante tener en cuenta que el hecho de que una técnica se lleve utilizando mucho tiempo no implica necesariamente que esa técnica sea efectiva. Pero si parece que hay una tendencia hacia la rehabilitación a distancia. Esto se debe a que cada vez tenemos menos tiempo y que la tecnología facilita cada vez más su implantación como tratamiento conjunto con otras técnicas (1).
En concreto, dentro del ámbito de la fisioterapia, los tratamientos que suele hacer un fisioterapeuta, dependiendo del paciente que llegue a consulta se pueden dividir en pasivos (el paciente no hace nada) o activos (el paciente es parte de la rehabilitación). Por lo general, desde el ámbito clínico se utilizan los términos hands on y hands off, y por lo general se utilizan terapias más pasivas en procesos más agudos para conseguir cambios a corto plazo y terapias más activas para generar cambios a largo plazo (ya que generan cambios en la estructura) (3). De hecho, muchos expertos recomiendan no olvidar el tratamiento activo por el paciente en la rehabilitación, ya que muchos clínicos tienden a olvidarla (4).
Esto facilita el tratamiento a distancia, ya que hay muchas técnicas que no requieren de las “manos” del terapeuta como pueden ser la educación terapéutica o el ejercicio terapéutico, especialmente en aquellas dolencias que aparecen de forma recurrente o que están ya muy instauradas, como los dolores crónicos.
Un ejemplo de estas patologías es la artrosis de rodilla, que se origina por un “desgaste” del cartílago articular que hay entre el fémur y la tibia (5). Esto produce dolor, inflamación, pérdida de fuerza en la musculatura de la pierda, pérdida de movilidad y por lo tanto discapacidad(6). Lejos de lo que pueda parecer, precisamente el tratamiento más indicado para esta patología es el ejercicio progresivo (7,8), pero es necesario saber qué ejercicio, cómo hacerlo y cuánto. En el año 2016, Anwer y su equipo analizaron varios estudios acerca de intervenciones a distancia en artrosis de rodilla y haciendo cálculos estadísticos después y llegaron a la conclusión de que el tratamiento a distancia mejora el dolor y mejoraba la discapacidad (9).
Incluso en aquellos casos de pacientes que terminaban realizándose una cirugía de prótesis de rodilla, se ha demostrado científicamente que el tratamiento de telemedicina o telerehabilitación ha funcionado cuando se ha realizado mediada desde un centro hospitalario (en este caso hospitales)(10).
En otras lesiones de hombro, como el síndrome de pinzamiento subacromial, también existen protocolos de ejercicios para realizar a distancia, aunque los autores concluyen que hay mucha variabilidad en cuanto a los protocolos de ejercicios (11). No obstante, este hecho seguramente puede no ser un inconveniente si hay un fisioterapeuta monitorizando el tipo de ejercicios, el dolor, la intensidad y otras variables relacionadas con el ejercicio.
Más allá del ámbito de la traumatología, existen también investigaciones científicas que han estudiado los efectos de la telerehabilitación en pacientes con lesiones neurológicas como el ictus.
El ictus o accidente cerebrovascular es una patología en la que el cerebro pierde parte de su irrigación momentáneamente. Esto hace que el paciente pierda gran parte de su capacidad para realizar movimientos, generando mucha discapacidad.
De nuevo, tras realizar una búsqueda exhaustiva para determinar si se puede realizar telerehabilitación en estos pacientes, Sarfo y su equipo de investigación llegaron a la conclusión de que se obtienen resultados iguales o superiores a la de la rehabilitación tradicional en cuanto a efectos motores corticales y de trastornos de humor(12).
En conclusión, existen numerosos estudios que han investigado los efectos de la rehabilitación a distancia en diversas patologías y fases. Y a pesar de que parezca algo novedoso lleva realizándose mucho tiempo con resultados bastante positivos siempre y cuando estén diseñados de forma correcta y se realice un seguimiento adecuado del paciente adoptando el plan de tratamiento si fuese necesario.
Óscar Rodríguez López
Coordinador asistencial de Rehabilitación del Hospital de la VOT
Fisioterapeuta de la Unidad de Trastornos Músculo Esqueléticos
Bibliografía
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